La crisis climática es el síntoma, el sobreconsumo la enfermedad

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1/La enfermedad 

La economía de la Unión Europea basada en el crecimiento continuo está provocando el agotamiento de los recursos finitos de la Tierra. Esto está generando un doble agotamiento, el de la gente y el del planeta.

El sistema actual extrae, produce, consume y desperdicia más que nunca. Y de una forma muy rápida, mucho más que la capacidad de regeneración que tienen los recursos de la Tierra y la naturaleza.  

No solo estamos hablando del consumo individual como la ropa y teléfonos móviles, sino de toda la sociedad: infraestructuras de transporte, edificios, sistemas de energía, cadenas de abastecimiento, armamento, etc. En España cada año se desperdician casi un millón de toneladas de ropa y material textil en vertederos. 

La extracción y el procesamiento de materias, combustibles y comida representan alrededor de la mitad de todas las emisiones climáticas. Son responsables de más del 90 % de la pérdida de biodiversidad y la falta de agua potable.

El consumo no se distribuye equitativamente. Los 1.200 millones de personas más pobres son tan solo responsables de un 1 % del consumo mundial, cuando los mil millones de personas más ricas consumen el 72 %. Mientras, la desigualdad sigue en aumento. Desde el inicio de la COVID-19, los 23 principales milmillonarios españoles han aumentado su fortuna un 29%, y sólo en el primer año de pandemia un millón de personas entraron en situación de carencia material severa en el país.

La huella material de Europa, la cantidad total de combustibles fósiles, biomasa, metales y minerales utilizados, incluido en importaciones, duplica el límite que podría considerarse sostenible. España también ha superado este límite y rozaría el doble de su capacidad según las estimaciones más cautelosas. 

La gente y los países que menos consumen son los que sufren los peores impactos de la crisis climática, principalmente las mujeres, los pueblos indígenas y otros colectivos vulnerables. Por ejemplo, cerca del 90 % de las muertes relacionadas con la contaminación atmosférica ocurre en países con salarios bajos y medios, muchas de ellas debido a las actividades industriales que alimentan el sobreconsumo de Occidente. 

Y encima, la sociedad de consumo ni siquiera hace a la gente más feliz.

2/ El remedio equivocado

Los responsables de la Unión Europea y de España intentan solucionar los problemas que ha causado el sobreconsumo con más sobreconsumo de materiales y recursos.

Existe una creciente retórica política e industrial sobre «una economía verde» y «una economía circular», especialmente en el tan promocionado Pacto Verde Europeo y en su implementación española (por ejemplo, el Plan de Acción para una Economía Circular). Sin embargo, el sobreconsumo y el consecuente daño a las personas y el planeta continúa sin resolverse. 

Mantener este sobreconsumo y, por tanto, un elevado uso de recursos, nos está llevando a sustituir la dependencia de los combustibles fósiles por la dependencia de materias primas críticas. Es necesario reducir el consumo, no simplemente sustituir unas fuentes de energía por otras. Por ejemplo, las baterías para vehículos eléctricos y el almacenamiento de energía nos llevaría a utilizar en la UE casi 60 veces más de litio y 15 veces más de cobalto para 2050. Esto genera además un gran problema de residuos. En España, tan solo en 2019, se generaron 888 millones de kilos de residuos electrónicos, 19 kilos por persona.

La UE declara haber reducido las emisiones de carbono. No obstante, si contáramos las emisiones integradas en las importaciones, no habría una reducción total. A nivel local, el turismo genera un sobreconsumo desorbitado, por ejemplo en Baleares  consume el 25% del total de agua de grifo.  

Al mismo tiempo, la industria publicitaria de la UE gasta más de 100 mil millones de euros cada año, y genera falsas necesidades provocando más consumismo.

3/ La raíz del problema

El sobreconsumo se alimenta, esencialmente, de una obsesión sistemática por el crecimiento.

Nuestro sistema económico actual busca el crecimiento continuo, y se hunde sin una producción constante. Se alimenta del beneficio, la extracción, la producción y el consumo sin fin, dando lugar a la destrucción del medio ambiente y desigualdad social.

Mantener nuestras economías actuales a flote es una prueba imposible para la Tierra, y se vuelve más complicada cada año. El crecimiento del 3 % del PIB actual es el equivalente a sumar toda la economía mundial desde 1970. 

La ciencia nos dice que no seremos capaces de separar el crecimiento económico de los impactos medioambientales y el consumo de recursos. Necesitamos reiniciar la economía y dejar atrás la obsesión por el crecimiento. 

4/ El tratamiento

La crisis climática y otras crisis ecológicas y sociales, sólo pueden afrontarse incidiendo en el sobreconsumo y la transición a un nuevo modelo económico que no dependa del crecimiento económico continuo.

Necesitamos reducir la producción y el consumo, necesitamos decrecer, y esto conlleva la redistribución de los recursos. Para reducir la pobreza es esencial reducir la riqueza, solo así lograremos un reparto justo y equitativo de recursos naturales que cubra las necesidades de la población.

El Gobierno de España debe impulsar la adopción de soluciones sistemáticas a nivel estatal y de la UE a través de políticas y medidas concretas que:

  • Contribuyan a reducir el consumo de materias primas combatiendo la obsolescencia programada de los productos y garantizando el derecho a reparar;
  • Prioricen la prevención en la generación de residuos y su toxicidad, la reutilización de los productos y, en última instancia, reciclaje;
  • Promuevan la economía social y solidaria en estos ámbitos, siguiendo el ejemplo de iniciativas como Alargascencia.
  • Impulsen en la UE el establecimiento de un propósito vinculante de reducción de sus huellas materiales y planes para conseguirlo. 

Tratar el sobreconsumo de la UE es la única manera de avanzar. Sin embargo, solo se conseguirá el bienestar de todas las personas y del planeta si la UE y los Estados Miembros reorientan urgentemente su sistema económico hacia una economía basada en la justicia social que contemple los límites del planeta.

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